viernes, 16 de octubre de 2009

Chupame, te chupo, chupémonos

Diego lo hizo.
Días después que se había realizado el Encuentro Nacional de Mujeres en Tucumán, comprobamos que la nueva generación todavía ni nació.
“Que la chupen”.
Sí, claro. Si es una práctica casi cotidiana que realizamos argentinas y argentinos: nos agachamos y chupamos los genitales del ser amado (o “amado” circunstancialmente, lo mismo da).
Los que reaccionaron escandalizados, o los que defendieron fervorosamente el exabrupto, se perdieron de encontrarse con lo que el “significante” gritaba. Lo insultante es una construcción cultural, como tantas otras.
Cuando Diego quiso insultar lo que hizo fue situar en el rol de “insultado” a aquellos que se acurrucan entre las piernas del Otro y chupan.
Y aunque el agravio era hacia “los hombres”, lo que se estaba insultando era el rol pasivo –culturalmente atribuido a las “mujeres”- como aquellas que se la chupan.
Lo que Diego hizo fue decirnos a todas una vez más: chupar es humillarse, chupar es someterse.
El que chupa, pierde. El que es chupado es más fuerte, es el ganador.
Pero hubo algo más. Lo dijo “con el perdón de las damas”. Claro, “las damas” no chupan. Diego cree que ni su vieja, ni Claudia, ni Gianina ni Dalma chupan. Las que chupan no son las damas, son las Otras que aceptan ser sometidas a la victoria de la pija de Diego.
Y después sí salieron “las damas” y “los caballeros” a atacarlo. Y más de una feminista pacata.
Pero así no.
Chupar no es ordinario ni vulgar.
Chupar no es insultante.
Ahora: si chupar es someterse…chupatela vos.
O chupémonos juntos y que ganemos todxs.

3 comentarios:

  1. Necesitaba leerlo antes de opinar ayer.
    La lucha desde el lenguaje (como decías) es necesaria. Quiero creer en esa escuela y adherir, a veces más a veces menos, al “todo es discursivo”.
    Pasa que, como dijo Cicerón, hay más cosas para ser nombradas que palabras disponibles, y “chupala” capaz que encadena más cosas que lo que sugiere su literalidad: el significante está lejos de “gritar” una sola cosa. Y el que enuncia está atravesado por la clase. Digámoslo sin miedo de pecar de deterministas: entre las múltiples construcciones colectivas que nos individúan (ya que somos tan posmo, no?) está esa, y el feminismo, pacato o no, lo sabe muy bien.

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  2. la semana que viene cambiamos.
    yo escribo desde mi mitad materialista y vos desde tu mitad lacaniana

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  3. esto es buenisimo, flor.
    pasé ayer y volví hoy para leerlo mejor.

    saludos, pasen mañana si están libres con rivito.

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